Reivindicando las plantaciones forestales (I)

De los distintos sistemas forestales que nos podemos encontrar en España, sin duda las plantaciones forestales son los menos apreciados y quizá más vituperados por parte de la ciudadanía. Aunque para algunos, entre los que me incluyo, una plantación forestal se puede considerar un sistema sexi, ello no es óbice para reconocer la mala prensa que tienen en nuestro país, basada muchas veces en premisas falsas. Dado que hay mucha gente con una especie de fobia selectiva e irracional a este tipo de sistemas forestales (una especie de hylophobia, si se me permite utilizar esta palabra inglesa), en esta entrada se va a intentar aportar, desde una perspectiva constructiva, argumentos que se suelen ignorar en muchos debates sobre la dicotomía estéril de “plantaciones sí/plantaciones no”.

La afirmación anterior no implica que sea oro todo lo que reluce y que se han hecho, desde el punto de vista forestal, actuaciones impropias y cuyos resultados han sido diametralmente opuestos a los esperados. Sin embargo, ello no invalida los grandes logros que las forestaciones han conseguido en España desde el siglo XIX. Llegados a este punto hay que recordar, como muy bien afirma la insigne Catedrática Josefina Mendoza (ex Rectora, Doctora Honoris Causa, Consejera de Estado, y muchas más condecoraciones) en el último número de la revista Foresta: “hablar de paisaje virgen (en España) en el sentido de intocado es imposible”. Es en este contexto, de mayor o menor antropización del terreno (nunca nula), donde debe encuadrarse la existencia de las plantaciones forestales.

Por otro lado, y entrando ya en materia, siempre me ha llamado poderosamente la atención la facilidad con que las plantaciones se asocian con externalidades negativas y casi nunca con buenas noticias, que las hay. Aquí entraría también un sesgo existente por parte de medios de comunicación, asociaciones e incluso partidos políticos. Es fácil comprobar que casi nunca una plantación forestal es noticia por algo positivo. Sólo aparecen en los medios por incendios, plagas, polémicas interesadas, etc. Pues bien, voy a reflejar en las próximas líneas una investigación reciente, publicada en la revista con más alto impacto dentro del área forestal y cuyo primer autor es el investigador Silvestre García de Jalón, perteneciente al BC3, y donde figuran como coautores investigadores de otros 5 centros y Universidades. Básicamente en este trabajo los autores se han preocupado de medir y evaluar económicamente una capacidad positiva de los sistemas forestales: su papel a la hora de reducir la polución existente en una determinada área geográfica (aunque los efectos de la contaminación se perciben en áreas urbanas, la mayoría de dichos agentes contaminantes se eliminan en zonas rurales sin recibir ninguna compensación). En concreto, en este trabajo realizado a nivel del País Vasco, se han estimado las tasas a las que se depositan ciertos contaminantes según distintos tipos de usos de suelo. Los resultados muestran que el uso de la tierra más efectivo a la hora de, digamos, eliminar agentes cono el dióxido de nitrógeno, ozono, dióxido de azufre, ciertas partículas, etc., son los sistemas forestales donde predominan las coníferas. Cabe recordar que el pino radiata es la especie más representativa de este estrato, y todo él procede de plantaciones. Además, estos investigadores han cifrado el servicio ecosistémico de reducir estos contaminantes en el País Vasco en unos 60 millones de euros al año. Este dato (0,09% del PIB) es muy interesante, porque permite imputar un cierto valor a cada ha forestada con esta especie, valores que nunca se tendrán en cuenta para tomar decisiones con esta especie y con otras similares (procedentes de plantaciones).

Sin duda que es una muy buena noticia para una especie muy afectada últimamente por diversas patologías, pero, a mi juicio, lo es todavía más porque pone sobre la mesa un servicio ecosistémico de regulación que tradicionalmente no se ha tenido en cuenta a la hora de realizar un análisis coste-beneficio real y fiable de este tipo de sistemas forestales. Si, además de esta externalidad positiva, se tiene en cuenta para las plantaciones forestales otro servicio de regulación como sería, por ejemplo, el valor de la captura de CO2 que computa según los parámetros de Kyoto (y cuyos datos son un secreto ministerial, por mucho que el Gobierno publicite un portal de transparencia), resulta que las cuentas que realizan algunos escolásticos para denigrarlas (pretendiendo, por ejemplo, que los propietarios de un eucaliptar paguen los costes de extinción de un incendio forestal que le puedan afectar, aunque no lo hayan generado) se vuelven totalmente inconsistentes e infundadas.

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