Estadísticas sobre la industria forestal

Atendiendo a un servicio ecosistémico de provisión que prestan las masas forestales (producir madera), tan obviado por lúgubres neocolonialistas del rural, uno se puede preguntar las dimensiones de la industria que se alimenta tanto de las cortas que se producen en España como de las importaciones de otros países. A mi modo de ver, resulta muy importante conocer los problemas, las tendencias y la evolución de la industria basada en la madera si se pretende realizar una gestión forestal donde este servicio ecosistémico presente una notable importancia. Y, en esta línea, recalco que sólo me estoy refiriendo a la madera y productos derivados. No se pretende aquí abordar otros bienes y servicios vinculados a las tierras clasificadas como forestales, que presentan un valor indudable. Soy consciente que algunos tratan de obviar esta realidad, pero si nos movemos en entornos de sublimar la bioeconomía, optimizando los atributos asociados a lo que conoce como economía circular, resulta imprescindible disponer de un conocimiento de las empresas que compran y transforman los productos derivados de las acciones selvícolas emprendidas en los montes. Quienes, por razones ideológicas, sectarias, o de un oportunismo estúpido, desprecian este hecho nunca serán capaces de proponer y entender una gestión multifuncional en estos sistemas forestales. Pues bien, lo que traigo a colación en esta entrada es que las informaciones públicas, casual o causalmente, no son las más exactas si nos referimos a la industria de la madera. Si partimos del INE, se nos informa que la cifra de negocio supera los 7.500 millones de euros tanto en 2018 como 2019, para un VAB a coste de los factores que sobrepasa los 2.000 millones de euros en dichos años.

Por otro lado, durante los últimos meses han aparecido distintos informes que, junto con la información recopilada en agencias nacionales e internacionales, puede ofrecer a cualquier lector interesado unas pinceladas que le orienten en la realidad de la industria forestal, en este caso centrada en una CC.AA. donde su importancia es notoria: Galicia. Así, según el avance del último informe Xera, loable iniciativa que lleva desde hace años proporcionando informaciones útiles sobre la industria forestal en Galicia, lo que definen como cadena de valor forestal ha facturado en 2020, en números redondos, alrededor de 2.000 millones de euros, generando el 12% del empleo industrial y el 2% del empleo total. Esta cifra conviene retenerla ante algunas voces interesadas (y sesgadas) que simplemente encuadran la importancia del sector mediante la multiplicación de las unidades físicas asociadas a los distintos aprovechamientos por el precio unitario de la madera.

También hace poco tiempo se ha publicado el informe económico y de competitividad de las empresas gallegas conocido como Ardán y correspondiente a este año. Como complemento a la información de Xera (se deben considerar fuentes de información complementarias, no excluyentes), aquí se dice que el subsector madera y muebles representa casi el 3% empresas, con un 2,4% de los ingresos y un 1,75 del valor agregado bruto sin considerar, en principio, otros eslabones de la cadena de la madera (por ejemplo, la industria del papel). Con relación a otras actividades directamente vinculados al sector primario, la industria forestal arriba definida supone, a grandes rasgos, algo menos de la mitad que el sector agroalimentario o el pesquero. Viendo el vaso medio lleno, presenta una importancia notable, y, como es fácil pensar, se puede catalogar de un sector estratégico por su vinculación al mundo rural. Si se quiere combatir la constante decrepitud del rural gallego, parece que estas industrias pueden ser una palanca que mimar en el futuro (justo lo que no se está haciendo en la actualidad). Por poner una comparativa fácil, el subsector de madera y mueble presenta, según esta publicación, la misma importancia en cuanto a los indicadores elegidos, que el sector de salud y asistencia social. Creo que ello ayuda a situar en contexto a estas industrias.  Llegados a este punto nos podíamos plantear si las empresas que forman esta cadena son, por ejemplo, competitivas. La respuesta parcial (sólo analizando unos pocos indicadores elementales) resulta, en principio, afirmativa. Así, el sector de selvicultura y explotación forestal es el segundo sector con mayor propensión exportadora, y el del papel también alcanza unos valores notables en este indicador. Aquí se toma dicha propensión exportadora como el porcentaje de las exportaciones dentro de la cifra de negocios. El otro indicador que conviene señalar es el de la rentabilidad financiera de las empresas de la madera y mueble es similar a la media de las empresas gallegas, y superior a las del sector agroalimentario. 

Si quisiéramos comparar estos datos con los del conjunto del Estado, nos encontramos con un problema: la estadística forestal actual no recoge informaciones al respecto, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con el sector agroalimentario, donde sí que se recopilan dichas informaciones. Sin embargo, lo que resulta sorprendente es que en el anuario de estadística agroalimentaria (perteneciente a otro ministerio) a partir de informaciones del INE, se recogen unos datos muy básicos imprescindibles para poder entender y calibrar la importancia de las empresas que conforman la industria basada en la madera en España. Así, en el año 2017 se cuantifica la cifra de negocio de las empresas gallegas incluidas en el CNAE 16 “industria de la madera y del corcho, excepto muebles; cestería y espartería” en poco más de 1297 millones de euros. Ahondando más en distintas fuentes de información de carácter público, si nos vamos a la FAO, no podemos acceder a datos económicos (sí de carácter físico), pero en EUROSTAT se nos dice que en el año 2018, para toda España el sector forestal (“output of forestry and connected secondary activities”) presenta un valor de la producción inferior a 1900 millones de euros, para un VAB alrededor de 1000 millones de euros. Como se puede apreciar, esta cifra no tiene nada que ver con la que informa el INE en su página web. A lo que quiero llegar es que, como se ha mostrado en párrafos anteriores, las informaciones relacionadas con la industria forestal están desubicadas, siendo a menudo contradictorias y no siguen la pauta de industrias cercanas como puede ser la industria agroalimentaria. La pregunta del millón sería: si las estadísticas de estas industrias se recopilan en webs pertenecientes al Ministerio de Agricultura, ¿cómo es que lo forestal no pertenece a dicho Ministerio? Los próceres sabrán los motivos de estas contradicciones y omisiones, pero mi impresión es que no es casual, dado que al Ministerio de Transición (poco transitoria hasta ahora, al menos en el caso de Galicia) Ecológica cualquier industria en el ámbito rural parece que no le es merecedora de recibir una mínima atención, aún a pesar de que dicho Ministerio lleva la coletilla de “Reto Demográfico” en su nombre.

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